A la hora de elaborar un pienso, hay diversos factores que harán que varíen los ingredientes y aditivos. Ya existen softwares de formulación que nos facilitan este proceso de comparación entre el valor nutricional y el valor económico que supondría. No obstante, también habría que tener en cuenta el valor funcional de los aditivos o ingredientes y también las implicaciones económicas que puede acarrear ciertas situaciones como puede ser la variación de precios o un brote de alguna enfermedad. Y, todo esto, es algo que estos softwares no son capaces de evaluar. En este punto, el nutriólogo tiene un papel clave para evaluar todo esto en su conjunto.
En este post, vamos a centrarnos en la ponderación del valor funcional y de las implicaciones económicas. ¿Es posible contabilizarlas?
El valor funcional es cada vez más importante. La industria tiende a alejarse del empleo de los antibióticos que promueven el crecimiento y también de metales pesados.
En este campo, entra en valor la interacción entre el cerdo, el microbioma intestinal y el sistema inmunológico. Por esto, a la hora de crear dietas que conjuguen con el intestino, hay ciertos nutrientes que se incluyen como la fibra (tanto soluble, como insoluble o inerte), el omega 3 o la glutamina, entre otros.
No obstante, hay que tener en cuenta que no es posible que estén todos los valores funcionales representados en una formulación. Por ejemplo, pese a que la SDPP (proteína plasmática secada por aspersión) es muy digerible, bien es cierto que su principal valor se asocia al objetivo de conseguir la inmunidad pasiva para aquellos cerdos que son inmunológicamente inmaduros. Así que, es muy importante evaluar el beneficio que puede suponer un ingrediente o un aditivo.
En resumen, el valor de un aditivo no es fijo y debe evaluarse teniendo en cuenta la situación en la que se aplicará esa formulación.
Bien es cierto que no siempre las dietas más económicas son las más eficientes. Pero, hay que tener en cuenta que, muchos de nuestros animales son omnívoros, lo que amplía el abanico de ingredientes.
A la hora de calcular el valor económico lo importante es centrarse en el coste del pienso por cada kilogramo de carne producida.
A la hora de seleccionar los ingredientes hay que valorar los problemas que estos puedan ocasionarnos. Por ejemplo, la oxidación o putrefacción, el riesgo de contaminación por micotoxinas, los factores anti-nutricionales, etc. Algunos ingredientes pueden estropearse y, para evitarlo, habría que recurrir a ciertos aditivos para evitarlo. Y, esto, lógicamente, aumentaría el gasto.
Por otro lado, hay que tener en cuenta la tecnología de procesado que se va a emplear. Por ejemplo, la estabilidad térmica puede ser un problema para ingredientes como probióticos, vitaminas, enzimas y la leche en polvo.
Así que, como conclusión final, desde Leonvet, recomendamos una revisión rutinaria de la propuesta de valor de los aditivos que contiene el pienso, ya que hay factores que pueden variar.
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