Los parásitos son una de las principales preocupaciones de los dueños de los perros. Existen de dos tipos, los externos, como pueden ser las pulgas, los piojos o las garrapatas, que son los más conocidos y, también, los parásitos internos. En el post de hoy vamos a centrarnos en estos últimos.
Existen diferentes tipos de parásitos que, aunque no los vemos a simple vista, pueden afectar al perro. Estos, pueden ocasionarle irritación o incluso algo mucho más grave. Por eso, la prevención es clave.
Para prevenir existen diferentes antiparasitarios que pueden actuar desde los primeros días de la infección para así, evitar que los parásitos proliferen y que el perro siga sano. También es importante que el animal tenga una buena higiene.
Los parásitos internos, según de qué tipo sean, pueden afectar a diferentes órganos del animal:
El gusano del corazón, cuyo nombre es Dirofilaria immitis, entra a la sangre mediante la picadura de un mosquito infectado. Madura en el corazón y provoca una inflamación de la pared arterial. Esto hace que se interrumpa el flujo de la sangre y, también, dificulta el trabajo del corazón. Además, hay que tener cuidado porque, frecuentemente, es una infección asintomática que no se detecta hasta que ya ha avanzado.
Los síntomas más frecuentes son tos, pérdida de hambre, fatiga y hemorragias nasales. De la misma manera, el perro puede sufrir una insuficiencia cardíaca.
El tratamiento es largo y puede ser muy agresivo. Si la enfermedad se diagnostica en estado avanzado, la curación puede no darse y el perro podría fallecer.
Para evitar esta infección se recomienda una desparasitación mensual, interna y externa y, controles veterinarios.
Los gusanos redondos son los nemátodos, el parásito intestinal más común en los perros. Aparecen en las heces de los animales. El animal se contagia al olfatear o lamer superficies u objetos contaminados, o bien bebiendo agua parasitada.
Además, los perros pueden transmitir estas lombrices a sus cachorros tanto antes de nacer como durante la lactancia. También pueden contagiarse los seres humanos, es una zoonosis, así que hay que tener especial precaución.
Pueden ocasionar daños en diferentes órganos como en los pulmones, cerebro o hígado. Además de otras afecciones como problemas intestinales o desnutrición.
Las Tenias pertenecen al grupo de gusanos intestinales llamados cestodos. El más frecuente y habitual en nuestro día a día es el Dipylidium caninun. Este cestodo vive en el interior de las pulgas adultas, por lo que, si el perro ingiere la pulga, la Tenia llegará al intestino delgado del perro, adhiriéndose a la pared y creciendo, pudiendo llegar a los 70 cm de longitud.
El tratamiento se realiza vía oral, siendo en ocasiones necesaria la administración de varios ciclos de antiparasitario para conseguir la total limpieza del intestino delgado. Para prevenir este parásito intestinal, lo mejor es desparasitar con la frecuencia indicada por tu veterinario y revisar que no tenga pulgas.
La forma de contagio de los anquilostomas es similar a la de la Tenia. En este caso, pueden adquirirlos los cachorros al mamar o perros adultos que se traguen los huevos del parásito. Y es que, las larvas de anquilostoma viven en el suelo por lo que el perro puede llegar a ingerirlas.
Los anquilostomas se ubican dentro del sistema digestivo del perro. Una vez ahí, se pegan al revestimiento de la pared intestinal y se alimentan de la sangre del perro. Esta pérdida de sangre puede ser grave, sobre todo si hablamos de un cachorro.
Los síntomas más frecuentes de esta infección son diarrea y pérdida de peso. Para detectar la presencia de estos parásitos, el veterinario analizará una muestra de heces al microscopio.
Al igual que con los parásitos anteriores, lo mejor para prevenir esta infección es una buena higiene: un perro desparasitado y un entorno limpio.
Los coccidios, son parásitos invasivos que se ubican en el tracto intestinal del perro. Son protozoos, que se transmiten mediante bebidas y alimentos contaminados.
Es más frecuente que aparezcan en cachorros, que se infectan por otros perros de la misma camada o incluso por su madre.
Las giardias viven en el intestino delgado y son un protozoo muy frecuente. Al igual que los coccidios se transmiten a través de alimentos y bebidas contaminadas, aunque también puede transmitirse por la existencia de superficies en contacto con desechos animales.
Las espiroquetas son bacterias Gram-negativas de forma helicoidal. Estas pueden acomodarse tanto en el torrente sanguíneo como en el intestino. Pueden causar enfermedades como la sífilis, la enfermedad de Lyme, o incluso otras enfermedades también graves.
Por todo ello lo mas importante es mantener a tu mascota en un lugar limpio y realizar las revisiones y desparasitaciones que tu veterinario recomiende.
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