Las vacunas se componen, normalmente, de virus o bacterias debilitados y proteínas o ácidos nucleicos (ADR o ARN). Todos estos pueden verse alterados con cambios de temperatura o luz. Por este motivo es importante que las vacunas estén a una temperatura adecuada para garantizar su eficacia.
Además, las oscilaciones en la temperatura, tanto por calor como por frío/congelación, pueden ser perjudiciales para la efectividad de la vacuna. Así que, es clave leer y seguir las precauciones indicadas en la etiqueta de la vacuna.
Toda la cadena de fabricación y distribución de estos productos debe garantizar unas condiciones adecuadas para el perfecto funcionamiento de los productos biológicos. Un ejemplo, es la cámara de más de 126 m2 que posee Leonvet en sus instalaciones. Esta cámara frigorífica cuenta con termógrafos y equipos de refrigeración redundados para evitar cualquier alteración en la conservación de productos como las vacunas.
Existen múltiples motivos por los que puede fallar una vacuna, no solo es por perder su temperatura óptima. Algunos ejemplos son los que mostramos a continuación:
Distribuidor mayorista de productos zoosanitarios.