RED NATURA 2000
La Red Natura 2000 es un collar de más de 26.000 espacios naturales de alto valor ecológico distribuidos por toda Europa y que conforman la red de espacios protegidos más extensa del mundo. Cada uno de estos espacios es una perla que alberga especies únicas y, en algunos casos, en serio peligro de extinción. En España, esta red de espacios protegidos ocupa el 30% del territorio, 147.000 km2, siendo uno de los países con más biodiversidad, y el que más espacio aporta a la Red Natura 2000. Una parte importante está representada por las zonas de dehesa, fruto de una secular simbiosis entre el ser humano y la naturaleza y que alberga actualmente no solo especies emblemáticas como el águila imperial o el lince, sino razas ganaderas de gran representatividad. Otro de los hábitats de gran valor ecológico y bien representado en la Red Natura 2000 de nuestros territorios son las zonas de montaña donde el aislamiento y las especiales características climatológicas nos brindan un elenco de especies de alto valor ecológico y de razas ganaderas autóctonas que conviven perfectamente adaptadas a este medio. Además, España es el segundo país en biodiversidad silvestre y el primero en biodiversidad ganadera de Europa.
Ganaderos emprendedores, que hacen posible que los lugares más recónditos de nuestra geografía sigan vivos, la ganadería tradicional y un elenco de razas adaptadas a las condiciones locales han ido cincelando con el paso del tiempo el paisaje que hoy contemplamos.
De las 155 razas de ganado autóctono catalogadas en España, 127 están en peligro de extinción. Buena parte del desarrollo y la subsistencia económica de las zonas desfavorecidas pasa por la cría y transformación de las ganaderías autóctonas, cualificadas para prosperar en medios difíciles y de climatología dura, puesto que son capaces de aprovechar pastos pobres y los subproductos agrícolas.
Cada territorio de nuestra geografía cuenta con su raza autóctona seleccionada naturalmente a lo largo de siglos. Razas que viven en estrecha armonía con bosques, pastizales, praderas, dehesas, sierras, etc. Hay que hacer un esfuerzo colectivo en el que productores, distribuidores, y consumidores se den la mano para sacar del anonimato nuestra biodiversidad ganadera, tan estrechamente ligada a nuestros paisajes y a la naturaleza. Las razas autóctonas desarrollan su ciclo vital en el campo, por lo que es necesaria una base territorial suficiente para mantener una ganadería rentable, sostenible y conservar nuestros paisajes vivos y diversos.
Tenemos la responsabilidad frente a las generaciones futuras de mantener un mosaico de paisajes que albergan nuestra biodiversidad más emblemática y amenazada, paisajes que están configurados por sus usos, por sus habitantes, por su cultura y por un sutil entramado de aprovechamientos fraguados en el saber tradicional.
El aumento de la intensificación productiva en todas las especies tuvo como consecuencia la disminución o desaparición de razas menos productivas, las autóctonas, quedando relegadas a espacios más aislados donde no llegó el desarrollo industrial. A partir del año 1991, se publica en Europa el primer reglamento de producción ecológica, una producción vinculada al entorno, a los sistemas tradicionales, a las razas autóctonas etc., y esto hace que surja una demanda de este tipo de productos por parte de algunos consumidores. En ese momento los productores tradicionales tienen la oportunidad de desarrollarse económicamente.
Las razas autóctonas constituyen el patrimonio de la ganadería española por sus ancestrales sistemas de explotación, por su adaptación al medio y por su rica variabilidad genética.
Una de las ventajas de las razas autóctonas es la capacidad de aprovechamiento de los pastos naturales que les brinda su hábitat, teniendo mucha menos necesidad de suplementos alimentarios que otras razas introducidas. Además, soportan mejor que estas las condiciones climáticas extremas.
La conservación de las razas autóctonas tiene un gran interés cultural, científico y ambiental, además de contribuir positivamente al desarrollo socioeconómico en las zonas donde se crían.
El quebrantahuesos desapareció de la montaña cantábrica a mitad del siglo XX, debido a la progresiva desaparición de la ganadería y a la persecución directa, ya que era un trofeo muy apreciado. Actualmente, la conservación del quebrantahuesos no solo se debe abordar desde un punto de vista biológico, sino también ecosistémico, pues es la única ave del mundo conocida cuya alimentación se compone exclusivamente de huesos. Para ello son fundamentales los pastores de montaña, ya que generan una oferta de alimento natural que soporta una gran biodiversidad en las montañas españolas. El abandono de la ganadería extensiva tradicional tiene consecuencias negativas sobre el medio natural y la biodiversidad, y el declive de las poblaciones de quebrantahuesos es un claro exponente de este pernicioso efecto.
Algunas prácticas de manejo ganadero son ancestrales como la trashumancia, que se remonta a la Edad Media con el nacimiento del Honrado Concejo de la Mesta de pastores. Las razas autóctonas tienen una fuerte conexión con el medio en el que viven, por lo que cada día aumenta la introducción de ganado en espacios naturales protegidos, como estrategia de preservación de la riqueza ambiental florística y faunística. Es impagable la labor que realiza la ganadería en la limpieza de los bosques evitando en gran medida los incendios forestales.
Nuestra naturaleza tiene un vínculo inquebrantable con las culturas locales. Los ganaderos han modelado durante siglos con su trabajo los paisajes que conocemos. Los dos sistemas de producción, el tradicional y el intensivo pueden interrelacionarse y compartir conocimiento y, por tanto, tener cabida los dos en el mercado.
Conservar nuestras razas autóctonas significa preservar nuestra biodiversidad genética, nuestro acervo cultural e histórico, nuestras tradiciones seculares, nuestra naturaleza y formas de vida que están indisolublemente unidas a nuestra tierra y a nuestros ecosistemas.
Gran parte de los espacios pertenecientes a la Red Natura 2000 y las especies que albergan, dependen directamente de que la actividad ganadera se mantenga en el tiempo.
Las razas autóctonas son fuente de alimentos muy vinculados a la cultura y a la tierra en la que se produce. El consumo de estos productos supone un claro apoyo a los ganaderos y agricultores que están contribuyendo a conservar el patrimonio natural y cultural de nuestro país y al desarrollo de la economía local, ya que multitud de especies salvajes viven gracias a la actividad que desarrolla el hombre en estos espacios protegidos.
Las personas que viven y trabajan en los territorios de la red son la primera línea de defensa y conservación de una de las mayores y verdaderas riquezas de nuestro país.
Son muchas las razas ganaderas y variedades vegetales autóctonas de consumo que están en peligro de desaparición por falta de conocimiento y demanda.
En España tenemos el gran privilegio de disponer de una enorme extensión de espacios protegidos, con gran diversidad de paisajes, flora, fauna y clima. Debemos contribuir en la medida de lo posible a su conservación, respetando a las gentes que los habitan y a sus formas de vida.
Las administraciones tienen la obligación de proteger estos espacios, y las ayudas que aportan son las de “las tres I”: importantes, imprescindibles e insuficientes.
Por último quisiera dejar unos breves datos publicados por el Ministerio de Transición Ecológica en 2019.
Contrariamente a la creencia generalizada de que la Red Natura 2000 tiene un alto coste, cada vez son mayores las evidencias de que genera ingresos mucho mayores que tienen un impacto económico muy beneficioso. Pero estas evidencias todavía son desconocidas por gran parte de la sociedad.
Aunque todos los servicios que suministran los ecosistemas tienen una repercusión económica favorable sobre la economía real, no siempre puede medirse este impacto (ejemplos, costes evitados por daños causados por desastres naturales).
Pero otros sí pueden medirse. Aunque la información disponible debe ser mejorada para poder precisar mejor los cálculos, una primera aproximación indica que los beneficios económicos de la Red Natura 2000 para el conjunto de la sociedad ascienden a 43.661 M€.
La factura del cambio climático: La Red Natura 2000 española almacena alrededor de 1.546 millones de toneladas de carbono, el equivalente a 17 años de las emisiones. El precio en el mercado europeo de emisiones del carbono almacenado por la Red Natura 2000 es de 33.856 millones de euros. Cada año, la Red Natura 2000 captura 35,3 millones de toneladas más de CO2, que equivalen a 258 millones de euros al año en permisos de emisiones de carbono. Los costes de los daños que se evitan anualmente, gracias a que la captura de carbono que realiza la Red Natura 2000 mitiga los efectos perjudiciales del cambio climático, ascienden a 2.649 millones de euros.
EMPLEOS GENERADOS POR LA RED NATURA 2000 EN ESPAÑA
Fuentes:
-Fundación Rodriguez de la Fuente.
-Ministerio de Transición Ecológica.
-Universidad Autónoma de Madrid (Alfonso San Miguel)
-Seo Birdlife.
Contenido redactado por: JORGE LUIS ÁLVAREZ
Distribuidor mayorista de productos zoosanitarios.